Está claro que nadie se levanta un día y piensa: “tengo clarísimo cómo llevar a cabo mi emprendimiento así que por acá empiezo...”.
Bueno, no sé... tal vez si.
Si pienso en mi proceso, el armado de esta marca, sigue siendo un ‘trabajo en progreso‘.
Sin dudas una de las primeras decisiones es bautizarlo. Cuando empecé a pensar en ese tema me dije a mi misma: “mmm, con lo indecisa que soy, tiene que ser un nombre que definitivamente no me aburra en unos meses, o incluso (ojalá) años...”
Recordé [con cierto humor nostálgico] nombres que había pensado años atrás incluso. Me vino a la mente uno que anoté en un diario íntimo a mis 13 o 14 años, donde escribía que el día que tuviera mi marca se llamaría “ ê “. Si, si, si, completamente impronunciable, sobretodo por mi total desconocimiento del idioma francés, pero que en mi mente adolescente sonaba “très chic” [ ja, ja ].
[ Imagino que ] si estás leyendo esto sabes cómo termina la historia. Finalmente me decidí por lo único que va a identificarme de por vida: mi nombre propio.
Es cómico ya que sigue, incluso después de todos estos años, causándome mucha gracia verlo impreso en todo lo que uso [cual etiquetado de pre-escolar] o referirme a la marca como "marca" y a mi como la "persona". Más allá de todo, sé que la decisión no fue azarosa. intento honrarla día a día, pretendo que humildemente refleje mis valores y siga una trayectoria fiel a mi identidad.
Gracias por formar parte de esta historia.
Inés
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